Fábula La Gatita Presumida

Tina era una gatita muy hermosa, de bello y brillante pelaje, pero muy presumida, sabía que era la gatita más bonita del barrio y se paseaba orgullosa por todos los tejados, mostrando su glamour. Sol

Tina era una gatita muy hermosa, de bello y brillante pelaje, pero muy presumida, sabía que era la gatita más bonita del barrio y se paseaba orgullosa por todos los tejados, mostrando su glamour.

Sol era una gatita común, de un color amarillo ocre, sin mucha gracia, delgada y pequeña, pero juguetona y alegre, brincaba de un tejado a otro, jugando con los otros gatos, ensuciándose y divirtiéndose.

Pero cada vez que los gatitos veían llegar a Tina, salían detrás de ella, invitándola a pasear o a jugar, y Sol se quedaba sola.

Tina como era muy presumida, ignoraba las invitaciones de los gatitos, que al final volvían donde estaba la feíta de Sol y comenzaban de nuevo a jugar con ella.

Sol se sentía mal a veces, pero sin decir nada volvía a jugar con ellos.

Tomy era un gato muy imponente, de una raza fina y de un hermoso color negro azabache, era el gato con el que Tina quería pasear y jugar, pero a él, le gustaba más pasar las tardes saltando tejados con Sol.

Los otros gatos le decían:

-Tú puedes jugar con Tina ¿por qué no lo haces?

A lo que él respondía:

-Tina es una gata muy bonita, pero es antipática y no me divierto jugando con ella.

Sin embargo los otros gatitos seguían desviviéndose por jugar y pasear con Tina.

Con el tiempo fueron creciendo, Tomy le pidió a Sol que se casara con él, aunque no era bonita era muy agradable.

Y Tina esperando el gato de sus sueños, nunca aceptó casarse con ningún gatito del barrio.

Se hicieron viejos, y Tina dejo de ser hermosa, ya los gatitos no la seguían como antes, había perdido lo único que tenía: su belleza; pero Sol era feliz con Tomy y los hijitos que ambos tuvieron.

Una tarde Tina encontró a Sol en un callejón y se acercó a ella para hablarle

-No entiendo porqué Tomy después de tanto tiempo todavía quiere estar contigo, y a mí los otros gatos dejaron de pedirme que paseara o me casara con alguno de ellos.

– La respuesta es sencilla: mi riqueza estaba por dentro, nunca la perdí, la tuya estaba por fuera y esa se pierde con el tiempo- respondió Sol, caminando a la salida del callejón y dejando a Tina muy pensativa.

Moraleja: La belleza que vale es la interna, la belleza física se pierde, la grandeza de alma no.

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