Fábula Los Tíos Pobres

Daniel era un niño rico, que vivía en una gran mansión, estaba rodeado de lujos, tenía muchos juguetes, mucho espacio donde jugar. Recibía obsequios costosos cada fecha especial y tenía todo lo que deseaba, pero,

Daniel era un niño rico, que vivía en una gran mansión, estaba rodeado de lujos, tenía muchos juguetes, mucho espacio donde jugar.

Recibía obsequios costosos cada fecha especial y tenía todo lo que deseaba, pero, siempre estaba solo.

Su padre trabajaba y viajaba mucho y su madre al ser una señora de sociedad pasaba todo el día cumpliendo con sus compromisos sociales.

Cuando él despertaba, la servidumbre se encargaba del desayuno, el chofer de llevarlo al colegio, su madre dormía aún porque había regresado muy tarde y su padre ya se había ido al trabajo o no estaba en la ciudad.

De pronto Daniel comenzó a sentirse vacío, todo lo que tenía, no lo llenaba. Al llegar la Navidad recibió muchos regalos que abrió sin entusiasmo. Su padre se molestó al ver que no hizo mucho caso a todos los obsequios y quiso reprocharle.

-¿Es que acaso no te ha gustado todo lo que te hemos dado?- preguntó molesto.

-Sí padre, todo está muy bonito, pero aun así no me siento feliz- dijo Daniel en un tono triste.

Su padre disgustado le dijo:

– Lo que pasa es que no tienes idea de cómo viven las personas que no tienen todo lo que tú posees, te voy a dar una lección que cambiará tu vida: mañana te irás por una semana con tus tíos pobres.

El día siguiente Daniel, emprendió el viaje a la casa de sus tíos, llegó a un vivienda humilde donde habitaban sus tíos y sus dos primos. La primera noche se sentaron todos a la mesa, la comida no era de lujo, pero le supo mejor que todas, estaba comiendo con su familia, hablaban y disfrutaban el momento.

Esa noche su tía lo acompañó a la cama, lo arropó y le dió un beso en la frente antes de apagar la luz y salir de la habitación donde dormía con sus dos primos. Toda esa semana compartió la sencillez, pero también el calor y el amor de la familia.

Cuando su padre volvió a buscarlo, Daniel triste se despidió de sus familiares y subió al auto.

-Y bien ¿has notado la diferencia?- preguntó el padre

-Sí padre, la he notado y ya sé qué me falta, mis tíos no tienen riqueza, pero tienen amor, y mis primos no tienen lujos, pero tienen una familia.

Moraleja: El dinero puede comprar una casa, pero no hacer un hogar, ni una familia.

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